viernes, 23 de abril de 2010

HUMBERTITO

Siempre nos recibía en la puerta del Pensionado “Olivo”. Allí transcurrieron hermosos y dedicados años de estudio bajo la dirección del maestro guayaquileño que hizo de Riobamba un semillero. Tenía su propio “método” para la enseñanza de las ciencias, hasta hoy queda en la mente las ponencias de su “Gramática Estructural”. Fue innovador, combinó la “vieja escuela” que era memorista, con actividades científicas, exposiciones y participación, el estímulo era permanente.

Ni la tragedia detuvo su dedicación, cuando un trágico accidente le arrebató a su amada Rosita. Entonces sus hijos, especialmente Inesita, se convirtió en el soporte de este emblemático maestro, cuya vida eran sus niños, confiados a él por sus padres.

Pasó la centuria, igual que al principio estaba allí, de pie en la puerta de su querida escuela de las calles Larrea y Guayaquil, se alimentaba de las risas, de la energía desbordante de los pequeños, que nunca lo olvidarán y que lo evocan cuando acaba de partir en el inevitable viaje. Queda un legado, una buena educación.

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